El término con que calificamos al genial escritor norteamericano no pudo serle extraño a aquel Hemingway afincado en Cuba por dos décadas, porque en nuestra variante léxica más popular, definiría a alguien motivado por las circunstancias, trayectorias y demás consecuencias del paso de los muy bien conocidos ciclones tropicales por esta isleña porción cubensis ; y aunque suene novedosos para algunos, Hemingway adquirió entre nosotros tal condición.ç Lo prueba Norberto Fuentes en su afamado Hemingway en Cuba , ese tratado ciertamente revelador de la vida y milagros de nuestro celebrado Papa en su sui generis estancia cubana de Finca Vigía, el cuartel de invierno de sus peripecias literarias y también mundanas, si acaso unas y otras no fueran siempre equivalentes y concomitantes. Allí, entre su papelería, la que quedó a su salida sin retorno en 1960, Fuentes hubo de localizar, en los afanes pesquisatorios para su libro, verdadera fuente primigenia para los investigadores del lado
Un espacio para compartir sobre Ernest Hemingway.
La Bitácora aspira a ser como esos cajones de sastre donde la maravilla puede aparecer en el lugar más inopinado. Es invitación y convite permanente para compartir, desde la más absoluta libertad, las marcas tangibles o no, que su literatura como un todo, sigue trasudando por doquier. Es, ante todo, un absoluto reservorio que las resguarde impolutas para toda posible posteridad.