La pasión por los toros los reunía. Picasso los descubrió en su muy temprana infancia con no más de seis años y de la mano de su padre ; Hemingway, ya un veinteañero, durante la primera corrida de su vida en Sevilla, durante el Corpus Christi de 1923 . Para ambos se convirtió en una pasión que les duró toda la vida y recorrió sus obras respectivas de manera indeleble. Corrida de toros. Pablo Picasso. 1934 Museo Nacional Thyssen-Bornemisza, Madrid ©Sucesión Pablo Picasso, VEGAP, Madrid John Richardson, biógrafo de Picasso deja evidencia sustancial del asunto al afirmar que: Picasso me confesó una vez que la mayoría de sus dibujos alusivos a los toros, los toreros y las corridas, los había pintado en domingo. La razón, había dicho él, era que aquellas tenían lugar ese día, y cuando el no podía asistir porque estaba en Paris o en otro sitio, las conceptualizaba de tal modo Con Hemingway el amor por el arte taurino sucedió a primerísima vista. Sus primeras impresiones desde la inaugu
Un espacio para compartir sobre Ernest Hemingway.
La Bitácora aspira a ser como esos cajones de sastre donde la maravilla puede aparecer en el lugar más inopinado. Es invitación y convite permanente para compartir, desde la más absoluta libertad, las marcas tangibles o no, que su literatura como un todo, sigue trasudando por doquier. Es, ante todo, un absoluto reservorio que las resguarde impolutas para toda posible posteridad.