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Un amable recuerdo de Finca Vigía: Palabras liminales de John, Patrick y Gregory para The Finca Vigia Edition

Las coordenadas de la memoria cubana, de los tres vástagos de Ernest Hemingway, en esta completísima recopilación de los cuentos cortos de su padre . [1] Hemingway con sus dos hijos menores (Patrick, izquierda y Gregory) y tres de los primeros gatos cubanos de Hemingway (Will, Princessa y Boise), en Finca Vigía, a fines de 1942 o principios de 1943. (Biblioteca JFK). La cercanía a este monumental volumen, que reúne   la colección   definitiva de los relatos cortos de Ernest Hemingway, se ha verificado desde el original en Inglés, editado en 1998, lo que sin dudas, ha sido un lamentable hándicap para los que desearían acercarse desde las posibilidades de una traducción. Por ende, también estas rememoraciones que hoy nos ocupan, han quedado restringidas a los ojos de los lectores avezados en esa lengua de origen. Pretendemos pues develarlas como gesto imprescindible de compartir tan necesario acervo con los lectores de habla hispana. Las memorias aluden en primera instancia a las p

Una habitación al lado del jardín, otro relato inédito hemingwayano que ve la luz

La noticia de la publicación de un relato hasta aquí desconocido de Hemingway: A Room on the Garden Side   en la revista literaria norteamericana The Strand Magazine , nos pone otra vez en sintonía con el tema siempre recurrente de los inéditos hemingwayanos, que al decir de la fuente  [2] que citamos durmió el sueño de los justos en la papelería que atesora la Biblioteca John Fitzgerald Kennedy de Boston , hasta su reciente publicación. Como aquel texto, otros tres esperan prontamente ser develados por vez primera y son a saber igualmente relatos cortos:  Indian Country and the White Army , The Monument,  and The Bubble Reputation , un cuarto relato The Cross Roads , ya había sido publicado con anterioridad. Todos los citados junto con el que nos ocupa de inicio, fueron completados en el año de 1956 [3] , y confiados a su editor Charles Scribner Jr, con la recomendación expresa que no fueron aireados hasta después de sus muerte. [4] En aquella comunicación a su editor Hemingway

Pauline Pfeiffer y Hemingway en La Habana.

La primera vez juntos en los ambientes habaneros data de 1932. Hemingway ya había descubierto el impecable azul profundo de la Corriente del Golfo en las mismísimas proximidades marítimas de la ciudad, un poco más allá de haber cruzado el mítico peñón del Morro. Igualmente su presencia en el ambiente habanero no escapaba a la atención de la prensa en Inglés, que se editaba en la capital cubana de manos del diario  Havana Post,  que alguna de sus ediciones de la mañana ya había referenciado un atractivo titular: “Ernest Hemingway de vuelta a su escenario de pesca cubano” [1]  Hemingway y Pfeiffer en el Café del Prado, Julio 21, 1934. Cumleaños de Ernest Hemingway. La presencia de la pareja era por entonces la comidilla también de la jet set de la época, y en especial, a una dama de cierto renombre, visible muy ciertamente entre las luces y las candilejas de la highlife   habanensis ; pero igual amante sin igual de las rudas y movidas lides de la pesquería de altura off the Morro : Jane

Martha Gellhorn en Finca Vigía

La relación sentimental de Hemingway, con la que sería su tercera esposa, la también periodista y escritora Martha Gellhorn, ha sido trabaja con gran intensidad por muchos de los  mejores connosieurs de la biografía hemingwayana. Ernest Hemingway y Martha Gellhorn. Una reciente incursión por uno de esos admirables estudios: The Hemingway Women de una voz  tan bien autorizada en el tema como la de la norteamericana Bernice Kert, nos permite esta proximidad a la presencia cubana de Martha durante su breve matrimonio con Papa en su casa de Finca Vigía. La primera visita de Martha a la Habana sucedió en abril de 1939. Por entonces Hemingway dedicaba cinco y seis horas diarias a la que sería su novela estrella: Por Quién Doblan las Campanas, la inmejorable crónica novelada de su permanencia junto a las tropas republicanas, y junto a Martha, en los afanes de la Guerra Civil Española. Los detalles más sugerentes de esa primaria y no permanente estadía e la capital cubana la recreamos desde

Un Hemingway ciclonero

El término con que calificamos al genial escritor norteamericano no pudo serle extraño a aquel Hemingway afincado en Cuba por dos décadas, porque en nuestra variante léxica más popular, definiría a alguien motivado por las circunstancias, trayectorias y demás consecuencias del paso de los muy bien conocidos ciclones tropicales por esta isleña porción cubensis ; y aunque suene novedosos para algunos, Hemingway adquirió entre nosotros tal condición.ç Lo prueba Norberto Fuentes en su afamado Hemingway en Cuba , ese tratado ciertamente revelador de la vida y milagros de nuestro celebrado Papa en su sui generis estancia cubana de Finca Vigía, el cuartel de invierno de sus peripecias literarias y también mundanas, si acaso unas y otras no fueran siempre equivalentes y concomitantes.  Allí, entre su papelería, la que quedó a su salida sin retorno en 1960, Fuentes hubo de localizar, en los afanes pesquisatorios para su libro, verdadera fuente primigenia para los investigadores del lado